Ucrania sangra mientras los líderes occidentales dudan
Ucrania ha resistido y luchado con determinación durante más de dos años frente a una brutal invasión rusa, demostrando su resistencia y determinación para defender su soberanía. Sin embargo, a medida que la guerra continúa, se hace cada vez más evidente que Ucrania no puede ganar esta guerra por sí sola. A pesar de innumerables promesas, gestos y grandes discursos de los líderes occidentales, cuando se trata de proporcionar las armas necesarias para la defensa ucraniana, Occidente sigue vacilando. La renuencia de Alemania, el Reino Unido y los Estados Unidos a proporcionar a Ucrania misiles de largo alcance que podrían cambiar el curso de la guerra es el último ejemplo de este fracaso.
El canciller alemán Olaf Scholz se negó a suministrar a Ucrania misiles Taurus de largo alcance. Su decisión se basa en un temor infundado a una escalada de la violencia, que comparte con Washington y Londres. Estados Unidos y el Reino Unido también se han mostrado reacios a permitir que Ucrania utilice misiles de largo alcance contra objetivos dentro de Rusia. Esta demora crónica no es sólo un fracaso del liderazgo de estas grandes potencias, sino también un fracaso moral que está costando la vida a los ucranianos: civiles inocentes, soldados y familias devastadas por los incesantes bombardeos rusos.
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Cada día que pasa sin que Occidente tome medidas decisivas, los ucranianos se enfrentan a los incesantes ataques rusos. Los ataques con misiles contra Kiev, Járkov y Odesa han dejado ciudades en ruinas, atacando indiscriminadamente escuelas, hospitales y viviendas. Los dirigentes occidentales no han parado de hablar de apoyo, pero se niegan a entregar los instrumentos que Ucrania necesita para defenderse eficazmente. El razonamiento que se esconde tras estas demoras es el miedo irracional a provocar a Putin, pero esta lógica es profundamente errónea. La Rusia de Putin ya ha demostrado que la situación se intensificará independientemente de las restricciones occidentales. La guerra debe trasladarse a las puertas de Rusia si queremos que termine.
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Ucrania no pide tropas occidentales, sino armas: misiles de largo alcance que le permitan contraatacar la infraestructura militar rusa en el interior de las fronteras rusas. La guerra no debe limitarse sólo al territorio de Ucrania. Es absurdo que Occidente obligue a Ucrania a adoptar una posición defensiva, negándole prácticamente el derecho a llevar a cabo una defensa ofensiva. Una invasión sólo puede ser repelida cuando el agresor se ve obligado a sufrir las consecuencias de sus acciones. La operación del ejército ucraniano en la región de Kursk demostró lo eficaz que es un contraataque del lado ruso para defenderse de una agresión. Esta acción conmocionó a Moscú, dejándola paralizada para responder.
Debemos recordar: esta no es una guerra que Ucrania eligió, sino una guerra para sobrevivir. Al negarle a Ucrania los medios para atacar bases rusas y centros logísticos alejados de las líneas del frente, los líderes occidentales están prolongando el sufrimiento de los ucranianos, que están sangrando y muriendo mientras Occidente se deja llevar por sutilezas diplomáticas sin sentido y por el temor de ofender a un estado terrorista que no teme atacar a civiles.
Alemania, en particular, se encuentra envuelta en una relación dolorosa que ella misma ha creado. La negativa de Scholz a enviar los misiles Taurus parece una indecisión disfrazada de cautela. La canciller se ve obstaculizada por obstáculos históricos y por el temor de que la Alemania de hoy sea percibida como la Alemania de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, esto refleja la aceptación de la narrativa moldeada por el Kremlin. Este es un momento para la audacia, no para la timidez. La inacción no garantiza la paz; sólo garantiza más derramamiento de sangre.
El desacuerdo de Scholz es también un profundo fracaso de liderazgo. Alemania tiene la capacidad industrial y el poder tecnológico necesarios para inclinar significativamente la balanza a favor de Ucrania. Al retener la ayuda militar crucial, Scholz está permitiendo que los fantasmas de la historia vuelvan a acechar a Europa. Su cautela no será recordada como una muestra de sabiduría, sino como un trágico revés que prolongó la agonía de toda una nación.
Estados Unidos y el Reino Unido también están jugando un peligroso juego de tácticas dilatorias. Ambos países enviaron ayuda militar a Ucrania, pero no se comprometieron plenamente. La negativa a permitir que Ucrania utilice misiles de largo alcance contra objetivos dentro de Rusia es una contradicción absurda. Si Ucrania quiere defenderse, se le debe permitir llevar la guerra al enemigo. Al frenar a Ucrania, Occidente está haciendo el juego a Putin, permitiendo que Rusia conserve la ventaja en una prolongada guerra de desgaste.
El gobierno del presidente Joe Biden ha sido firme en su apoyo retórico a Ucrania, pero las acciones hablan más que las palabras. Estados Unidos se ha mostrado reacio a proporcionar sistemas de misiles de mayor alcance como ATACMS, que podrían permitir a Ucrania perturbar la logística y los centros de mando rusos. Esta indecisión cuesta vidas.
De la misma manera, el Reino Unido aún no ha seguido proporcionando a Ucrania armas críticas que podrían romper el estancamiento en el campo de batalla. Estos líderes no son ingenuos –saben el costo de la demora– pero siguen priorizando los temores de corto plazo por sobre la victoria de largo plazo.
El argumento contra el suministro de misiles de largo alcance se centra en el temor a una escalada, pero se basa en una mala interpretación del conflicto actual. Rusia ha intensificado su ofensiva en cada oportunidad que ha tenido, ya sea con sus brutales tácticas de asedio o con sus incesantes ataques con misiles a la infraestructura civil. El régimen de Putin no ha mostrado moderación, ¿por qué Occidente debería imponérsela a Ucrania? Una Ucrania limitada, obligada a una guerra puramente defensiva, nunca podrá poner fin decisivamente al conflicto.
La historia nos enseña que las decisiones audaces permiten ganar guerras. En la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill tomó decisiones profundamente impopulares. Su negativa a capitular ante la agresión nazi lo colocó en el lado correcto de la historia. En Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt condujo a una nación vacilante hacia un conflicto global, al darse cuenta de que el apaciguamiento sólo conduciría a la destrucción del mundo. Hoy necesitamos líderes con la misma visión y coraje. Ucrania debe estar equipada con las herramientas para defenderse, incluidos misiles de largo alcance capaces de alcanzar suelo ruso.
Si Occidente sigue conservando armas que podrían permitir a Ucrania inclinar la balanza a su favor, tendrá las manos manchadas de sangre. No se trata de una hipérbole: es la oscura realidad de la guerra. Cada día, jóvenes ucranianos, hombres y mujeres, pierden la vida en esta guerra, que el compromiso total de Occidente podría convertir en una ventaja para ellos. El tiempo avanza y, cuanto más esperemos, más vidas se perderán.
Y una vez más, ha llegado el momento de trasladar la guerra a Rusia. No porque Ucrania busque venganza, sino porque Rusia se verá obligada a sentarse a la mesa de negociaciones sólo cuando empiece a asumir el verdadero coste de su agresión. Destruir la infraestructura militar rusa dentro de sus fronteras enviaría un mensaje contundente: no se puede hacer una guerra sin consecuencias.
El pueblo ruso estuvo protegido de la realidad de esta guerra. La maquinaria de propaganda de Putin ha logrado que la mayoría de los rusos sigan ignorando las atrocidades cometidas en su nombre. Los ataques a las bases militares y las líneas de suministro rusas harán que la guerra pase de estar ocurriendo “allá” en Ucrania a estar ocurriendo justo en la puerta de Rusia y en Rusia misma. Eso no es una escalada; eso es justicia. No es momento de vacilaciones ni de miedo; es momento de valentía. El destino de Ucrania y la seguridad de Europa están en juego.
Es hora de que Occidente cumpla finalmente sus promesas. La historia no perdonará a quienes no actuaron cuando más se necesitaba. Esperemos que los líderes occidentales no lleguen demasiado tarde.
Las opiniones expresadas en este artículo de opinión son las del autor y no necesariamente las de Kyiv Post.
(Esta es una historia sin editar y generada automáticamente a partir de un servicio de noticias sindicado. Blog de Nueva York Es posible que el personal no haya cambiado ni editado el texto del contenido).