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La rendición de Ucrania es el colapso de Occidente

En su última y escandalosa declaración, el expresidente estadounidense y candidato a un nuevo mandato, Donald Trump, dijo: “¡Ucrania se ha ido!”. Con estas tres palabras, Trump retoma un punto familiar de la narrativa del Kremlin, sugiriendo una vez más que Ucrania debería rendirse ante la brutal invasión de Rusia. Como siempre, calibra cuidadosamente su retórica para atraer a su base prorrusa, pero su verdadera audiencia es Moscú, donde Vladimir Putin sonríe y se prepara para su próximo ataque.

Las palabras de Trump no sólo son imprudentes; son peligrosos. Se hacen eco del lenguaje de un dictador que libra una guerra despiadada contra una nación soberana, destruye ciudades y mata a civiles. Al alinearse con la narrativa de Putin, Trump está socavando la lucha de Ucrania por la supervivencia, alentando implícitamente una mayor agresión. Su actitud derrotista no es sólo un insulto a Ucrania sino también una amenaza directa a la estabilidad europea y global.

La insistencia de Trump en que “Ucrania se ha ido” es un escalofriante recordatorio de su antigua admiración por los autócratas y sus frecuentes elogios al liderazgo de Putin. Esta última declaración, sin embargo, es parte de un patrón mucho más amplio: uno que muestra a Trump respaldando la propaganda del Kremlin, etiquetando a Ucrania como el perdedor inevitable y pidiendo a Occidente que le retire su apoyo. Estas declaraciones encajan perfectamente en el manual ruso, que busca socavar la unidad internacional y erosionar el apoyo a Ucrania en su lucha por la soberanía.

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Las palabras de Trump representan nada menos que un llamado a la rendición de Ucrania, una traición a los mismos valores que una vez juró defender.

A principios de este año, Trump sugirió que la OTAN debería abandonar a los países que no contribuyen lo suficiente a la alianza, dando a Putin luz verde para atacar a las naciones de Europa del Este. Su lógica defectuosa y moralmente fallida implica que el derecho de una nación a la independencia y la seguridad es cuantificable en términos de dólares y centavos. La idea de que se quedará de brazos cruzados mientras Putin lanza nuevos ataques contra países como Polonia, Estonia, Letonia o Lituania –porque tal vez no cumplan con los arbitrarios criterios financieros de Trump– es aterradora. Este es un hombre que está dispuesto a cambiar la vida y las libertades de millones de personas para obtener beneficios económicos y personales.

No se pueden subestimar los riesgos de la retórica de Trump. Si Trump recupera la Casa Blanca en 2024, sus comentarios le indican a Putin que la continuación de la agresión encontrará indiferencia o, peor aún, aprobación tácita. Putin ya ha aprovechado la fatiga que muchos en Occidente sienten por la prolongada guerra en Ucrania, y las palabras de Trump sólo alimentaron la insatisfacción. Al enmarcar la guerra como un problema distante que ya no importa, Trump le hace el juego directamente a la propaganda rusa, que busca presentar la resistencia ucraniana como inútil y su apoyo internacional como menguante.

¡Pero Ucrania no desapareció! A pesar de penurias inimaginables, el pueblo ucraniano sigue firme, resistiendo una invasión que no fue su culpa y que no pidió. Soportan bombardeos diarios, cortes de electricidad, cortes de agua y la pérdida de seres queridos, pero siguen siendo desafiantes. Sugerir, como hace Trump, que su lucha ha terminado no sólo es objetivamente incorrecto: es un profundo insulto a su coraje y resistencia. Las palabras de Trump representan nada menos que un llamado a la rendición de Ucrania, una traición a los mismos valores que una vez juró defender.

No es ningún secreto que Trump ha estado enamorado durante mucho tiempo del tipo de autoritarismo de Putin. En repetidas ocasiones ha expresado su admiración por el presidente ruso, llamándolo continuamente un “líder fuerte” y elogiando su capacidad para “dirigir bien a su país”. Estos comentarios no sólo son incorrectos; son profundamente preocupantes, especialmente cuando se ven en el contexto de la visión general del mundo de Trump. La afinidad de Trump por dictadores como Putin surge de su deseo de tener un poder sin control, y su desdén por las normas democráticas ha sido ampliamente documentado.

Durante su presidencia, Trump a menudo actuó de maneras que beneficiaron directamente a Rusia. Desde sus intentos de retener la ayuda militar a Ucrania a cambio de favores políticos hasta su continuo socavamiento de la OTAN, Trump ha impulsado consistentemente políticas que se alinean con los intereses del Kremlin. Ahora, mientras el mundo es testigo de la heroica resistencia de Ucrania a la agresión rusa, Trump continúa socavando los esfuerzos occidentales para apoyar al país mientras elogia a su opresor.

El mundo en el que Trump regresa al poder es uno en el que Putin se siente envalentonado para avanzar más hacia Europa.

Las ramificaciones de la retórica pro Putin de Trump van mucho más allá de Ucrania. Su voluntad de hacer la vista gorda ante el expansionismo ruso amenaza la seguridad de Europa en su conjunto. La OTAN, a pesar de los comentarios despectivos de Trump, sigue siendo la piedra angular de la defensa europea, y cualquier debilitamiento de la alianza tendría consecuencias desastrosas. El mundo en el que Trump regresa al poder es uno en el que Putin se siente envalentonado para avanzar más en Europa, poniendo a prueba la determinación de los líderes occidentales y explotando cualquier división que encuentre y cree.

Con eso cuenta Putin. La estrategia del Kremlin ha sido durante mucho tiempo sembrar discordia dentro de la OTAN y la Unión Europea, y las palabras de Trump son el condimento necesario para esa intención. Al difundir la narrativa de que la lucha de Ucrania ya está perdida, Trump está alimentando el cansancio que muchas personas sienten a medida que la guerra se prolonga. Putin sabe que las democracias occidentales pueden impacientarse con los conflictos de largo plazo, especialmente cuando empiezan a afectar cuestiones internas como la inflación o los precios de la energía. La retórica de Trump juega con este agotamiento, animando a la gente a creer que su apoyo a Ucrania no vale el precio.

Sin embargo, la verdad es clara: una paz justa que restablezca la integridad territorial de Ucrania y libere a su pueblo de la ocupación rusa es la única conclusión aceptable para esta guerra. Cualquier cosa menos no sólo recompensaría la agresión de Putin sino que también sentaría un peligroso precedente para conflictos futuros. Una Ucrania obligada a rendirse bajo el peso de la apatía internacional enviaría un mensaje a los autócratas de todo el mundo de que la fuerza bruta y la violencia son herramientas eficaces para lograr objetivos geopolíticos.

El pueblo ucraniano no eligió esta guerra. Un oponente mucho más poderoso los obligó a luchar por sobrevivir, y lo hicieron con un coraje extraordinario. Merecen el apoyo constante del mundo, tanto en términos de ayuda militar como diplomática. Abandonarlos ahora, como sugiere Trump, sería un fracaso moral del más alto nivel.

La lucha ucraniana es nuestra lucha y el único camino hacia una paz duradera es mediante una victoria ucraniana decisiva.

Sí, Ucrania está cansada. Una guerra que trastornó todos los aspectos de la vida de su pueblo llevó a Ucrania al límite. Las bombas rusas destruyeron casas, devastaron familias y arrasaron ciudades enteras. Pero su espíritu permanece intacto. Los ucranianos siguen luchando no sólo por su país sino también por los principios mismos de libertad e independencia en los que se basa la democracia moderna. Luchan porque saben que la alternativa no es la paz sino la sumisión.

La retórica derrotista de Trump ignora esta realidad. Ignora el sufrimiento del pueblo ucraniano y las consecuencias a largo plazo de permitir que Putin dicte el futuro de Europa. Sus palabras pueden resonar entre quienes están cansados ​​de la guerra, pero son una traición a todo lo que Occidente representa.

El mundo debe seguir firme en su apoyo a Ucrania. Los costos de no hacer nada son demasiado altos y los riesgos de permitir que Putin tenga éxito son demasiado grandes.

El mundo no debe permitir que eso suceda. La lucha ucraniana es nuestra lucha, y la única manera de lograr una paz duradera es a través de una victoria ucraniana decisiva, una victoria que asegure la soberanía del país, restablezca sus fronteras y haga que Rusia rinda cuentas por sus crímenes. Cualquier cosa menos es una victoria de la tiranía, y el mundo no puede permitirse otra victoria de Vladimir Putin.

Las opiniones expresadas en este artículo de opinión son las del autor y no necesariamente las de Kyiv Post.

(Esta es una historia sin editar y generada automáticamente a partir de un servicio de noticias sindicado. Blog de Nueva York Es posible que el personal no haya cambiado ni editado el texto del contenido).

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