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Las leyes de México contra los ataques a mujeres políticas por razones de género dividen la opinión, mientras el presidente saliente lanza una advertencia

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El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, levanta la mano de Claudia Sheinbaum, candidata presidencial del partido gobernante, durante una ceremonia para entregarle el bastón de mando del partido en la Ciudad de México, el 7 de septiembre de 2023.Marco Ugarte/The Associated Press

En una campaña electoral estadounidense marcada por burlas sobre las “mujeres-gato sin hijos”, algunos desearían que existieran reglas que impidieran burlarse de los candidatos sólo por su género. México –que acaba de elegir a su primera presidenta– tiene una ley de ese tipo, pero resulta que no es tan fácil.

El debate gira en torno a una reñida contienda entre dos candidatas a la presidencia de una delegación de la Ciudad de México. Un tribunal electoral anuló la victoria de una candidata de la oposición, al dictaminar que había cometido “violencia política de género” contra la candidata perdedora del partido gobernante.

El presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador, sugirió el lunes que el fallo podría crear un precedente peligroso, pese a que el candidato perdedor pertenecía a su propio partido Morena.

“Debemos tener cuidado con esto”, dijo López Obrador. “Cuando los insultos, reales o imaginarios, pueden ser causa, o podrían ser causa, de anular o revocar un triunfo, eso es otra cosa”.

La disputa surgió después de que la opositora Alessandra Rojo obtuvo una estrecha victoria sobre Caty Monreal, de Morena, en la contienda por la delegación que incluye el centro de la Ciudad de México. Durante la campaña, Rojo mencionó el hecho de que el padre de Monreal, Ricardo Monreal, es un político líder del partido Morena, sugiriendo que ella podría haber sido candidata debido a la influencia de su padre.

El tribunal dictaminó la semana pasada que el comentario violaba una ley electoral mexicana que prohíbe “calumniar, insultar o intentar descalificar a una candidata con base en estereotipos de género”, en este caso, creencias de que las mujeres tienen éxito en la política gracias al poder político de sus maridos o padres.

Ello plantea comparaciones obvias con la política estadounidense y con las críticas del senador de Ohio J. D. Vance, candidato republicano a la vicepresidencia, sobre las “mujeres gatas sin hijos” que supuestamente no tienen ningún interés en el futuro de Estados Unidos. No está claro si eso podría interpretarse como una crítica a la vicepresidenta Kamala Harris.

Pero los críticos dicen que el hecho de que Caty Monreal tenía poca experiencia política –o que su padre parece tratar la política como un negocio familiar (su hermano ahora ocupa la gobernación del estado de Zacatecas que alguna vez ocupó Ricardo Monreal)– podrían ser puntos legítimos para plantear.

También abordó aspectos incómodos de los límites a la libertad de expresión o de cómo una mujer puede ser acusada de cometer violencia de género contra otra.

Rojo ha prometido apelar el fallo y ha dicho que está luchando “para que nunca más la lucha y el combate contra la violencia política de género sea utilizado como un arma contra lo mismo que se pretende proteger, los derechos de todas las mujeres que participamos” en política.

Caty Monreal escribió en sus redes sociales que “decir que soy una marioneta… la violencia no se puede disfrazar de libertad de expresión”.

Julia Zulver, experta en violencia de género de la Universidad de Defensa de Suecia, radicada en México, dijo que una ley muy necesaria puede haberse politizado, y señaló que la exclusión y la represión de las mujeres es “un problema vasto y grave en México, y debe tomarse en serio”.

“La forma en que se habla de la violencia de género y se moviliza políticamente aquí es un poco preocupante”, dijo Zulver. “Diluye el poder de una ley para proteger contra un problema real”.

No es que la ley mexicana no tenga su lugar o utilidad. El propio López Obrador fue acusado de violencia política de género durante la campaña presidencial de este año por la candidata opositora Xóchitl Gálvez, después de que el presidente afirmara que había sido elegida por un grupo de hombres conservadores que la apoyaron.

En ese caso, un tribunal electoral dictaminó que López Obrador había violado la ley, pero dijo que no podía ser castigado por ello porque las reglas impiden que los tribunales sancionen al presidente. Otra candidata, la ex alcaldesa de la Ciudad de México Claudia Sheinbaum, del partido Morena de López Obrador, ganó las elecciones del 2 de junio por un amplio margen y asumirá el cargo el 1 de octubre.

(Esta es una historia sin editar y generada automáticamente a partir de un servicio de noticias sindicado. Blog de Nueva York Es posible que el personal no haya cambiado ni editado el texto del contenido).

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