Opinión: Secretario General de la ONU, Guterres
La decisión del Secretario General de las Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, de asistir a la cumbre de los BRICS en Kazán, Tartaristán, es un ejemplo flagrante de estupidez diplomática que debería alarmar a cualquiera preocupado por los principios de los derechos humanos y el derecho internacional.
Este conjunto de regímenes autoritarios no es el lugar adecuado para el líder de una institución global que dice defender la paz y la justicia. Al subir a la misma plataforma que el presidente ruso Vladimir Putin, Guterres está enviando un mensaje que va en contra de los ideales que se supone debe representar y, al hacerlo, socava la credibilidad de la propia ONU.
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Guterres participa en un espectáculo que exige más condena que celebración mientras se prepara para reunirse con los líderes de Brasil, Rusia, India, Irán, China y Sudáfrica. Estos regímenes, especialmente Rusia, China e Irán, representan una combinación preocupante de autoritarismo, gobernanza antidemocrática y crímenes de guerra.
Es imposible descartar las consecuencias de la asistencia de Guterres a la cumbre de los BRICS. Es una aprobación tácita de los crímenes cometidos por el régimen de Putin en Ucrania. Al alinearse con Putin, Guterres está enviando un mensaje peligroso de que tales acciones son aceptables en el escenario mundial. Uno no puede evitar sentir que su camino hacia Kazán está pavimentado con la sangre de inocentes: aquellos que sufrieron a manos de un régimen que violó repetidamente las normas internacionales.
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No olvidemos que desde el inicio de esta brutal invasión, Guterres ha guardado un notorio silencio sobre los crímenes cometidos por el gobierno ruso. Aunque pidió la paz y el diálogo, no criticó directamente al arquitecto de esta guerra y prefirió mantener una fachada de neutralidad.
Esta renuencia a enfrentarse a Putin sólo puede interpretarse como una señal de debilidad, tal vez incluso de complicidad. ¿Qué dice sobre la integridad de la ONU cuando su líder se abstiene de condenar a un criminal de guerra y prefiere entablar un diálogo con los mismos dictadores responsables de tal violencia?
La falta de una convicción firme no es sólo un paso en falso; plantea dudas sobre las motivaciones de Guterres. ¿Estamos siendo testigos de las acciones de un líder chantajeado o corrupto? Es difícil concluir lo contrario. Guterres no ha logrado afirmar el liderazgo moral que es crucial en el mundo actual, dando así una aprobación tácita a regímenes tiránicos. Un líder que flaquea ante el mal corre el riesgo de incitar más violencia, alentando a agresores como Putin a continuar con sus campañas terroristas.
Las acciones de Guterres parecen traiciones a las víctimas oprimidas. Al participar en la cumbre de los BRICS, normaliza regímenes que aterrorizan a sus propios ciudadanos o matan a ciudadanos de países vecinos. Guterres pasar tiempo con esos líderes está mal y es un insulto a quienes murieron bajo sus regímenes.
El vacío de la ONU
La impotencia de la ONU nunca ha sido más evidente. La organización no ha tomado medidas decisivas contra la agresión rusa. Las repetidas violaciones del derecho internacional por parte de Moscú han quedado en gran medida impunes, lo que deja a la comunidad internacional con pocas oportunidades para exigir responsabilidades a esos regímenes.
La presencia de Guterres en la cumbre de los BRICS plantea una pregunta urgente: ¿cuál es el propósito de la ONU si no defiende los valores de paz, seguridad y justicia? La falta de acciones significativas en respuesta a la agresión rusa hace que esta institución parezca irrelevante y sus principios vacíos frente a la realpolitik.
Para empeorar las cosas, las acciones de Guterres indican a otros autócratas de todo el mundo que su comportamiento represivo puede quedar impune. Al asociarse con Putin y otros como él, da su aprobación tácita a los abusos y agresiones a los derechos humanos.
Se trata de un precedente peligroso, que sugiere que la comunidad internacional está dispuesta a pasar por alto las acciones de los dictadores si ello sirve a fines diplomáticos y de promoción privada.
Es esencial que los líderes en posiciones de poder comprendan los mensajes que envían con sus acciones. No mantenerse firmes contra los dictadores no sólo los envalentona sino que también indica al mundo que los principios de la democracia y los derechos humanos son negociables. En una época en la que el autoritarismo va en aumento, un liderazgo fuerte es fundamental para resistir la marea de la tiranía.
Ahora es el momento de que Guterres reconsidere su posición. La cumbre de los BRICS no es un foro para promover la paz; es un escenario para que los autócratas validen y justifiquen las acciones opresivas de los demás. Al subir a esa plataforma, Guterres no aboga por la diplomacia; va en contra de los mismos valores para cuya promoción se creó la ONU.
Al reflexionar sobre este momento, debemos recordar que los verdaderos líderes pertenecen a los oprimidos, no a los opresores. Guterres debe entender que el único mensaje que debe enviar a Putin es el de condena. El mundo ya no puede permitirse el lujo de líderes que vacilan ante la tiranía.
Debería recordar su papel como líder mundial y actuar contra los males de nuestro tiempo. Este momento lo exige y la humanidad no merece menos. Al igual que Guterres, según todos los indicios, no merece el lugar en el que se encuentra.
Las opiniones expresadas son las del autor y no necesariamente de Kyiv Post.
(Esta es una historia sin editar y generada automáticamente a partir de un servicio de noticias sindicado. Blog de Nueva York Es posible que el personal no haya cambiado ni editado el texto del contenido).