¿Se ha convertido Viktor Orban en un mero peón en el juego de Putin?
En un panorama geopolítico lleno de tensiones y controversias, el primer ministro húngaro, Viktor Orban, se ha presentado recientemente como mediador de la paz entre Rusia y Ucrania. Sin embargo, debido a sus amplios vínculos con el presidente ruso, Vladimir Putin, la comunidad internacional no está convencida de las verdaderas intenciones de Orban. Lejos de ser un árbitro neutral, Orban parece estar actuando como emisario de Putin, lo que genera serias preocupaciones sobre su credibilidad e influencia en la unidad europea.
Los discursos abiertos de Orban a favor de la paz deben verse a través del prisma de su relación de largo plazo con Putin.
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A lo largo de los años, Orban se ha alineado sistemáticamente con el Kremlin y ha socavado los principios de la democracia y el Estado de derecho que representa la Unión Europea (UE). Desde los contratos energéticos hasta el apoyo político, Orban ha tejido una compleja red de dependencia con Moscú, enfrentando a Hungría contra el consenso europeo más amplio.
Por lo tanto, su reciente incursión en la diplomacia de paz parece menos un intento genuino de resolver el conflicto que una maniobra estratégica orquestada por el Kremlin para socavar la solidaridad europea.
Para entender los motivos de Orban, es necesario revisar la historia de las relaciones entre Hungría y Rusia bajo su liderazgo.
Desde que asumió el cargo en 2010, Orban ha seguido una agenda prorrusa, como el controvertido acuerdo nuclear Paks II, que se financió en gran medida con préstamos rusos. El proyecto no sólo profundizó la dependencia de Hungría de la energía rusa, sino que también simbolizó el desafío de Orban a las estrategias de diversificación energética de la UE destinadas a reducir la dependencia de Moscú.
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La firme defensa de Orban del levantamiento de las sanciones de la UE contra Rusia refuerza su papel como aliado del Kremlin y pone en duda su neutralidad como mediador.
La apertura diplomática de Orban llega en una etapa crítica del conflicto entre Rusia y Ucrania. Mientras la guerra continúa con consecuencias humanitarias devastadoras, la necesidad de un mediador de paz creíble nunca ha sido mayor.
Sin embargo, los logros de Orban socavan su idoneidad para el cargo. Su gobierno ha frustrado repetidamente los esfuerzos de la UE por presentar un frente unido contra la agresión rusa, desde bloquear declaraciones conjuntas hasta vetar sanciones. Estas acciones no sólo alientan a Putin, sino que también socavan la negociación colectiva de la UE y ponen en peligro la capacidad del bloque para influir en la resolución del conflicto.
¿Hay base para el escepticismo hacia la iniciativa de paz de Orban?
Armándose como mediador, Orban quiere elevar su estatus internacional y al mismo tiempo promover los intereses rusos. Sus recientes declaraciones se hicieron eco de los puntos de vista del Kremlin, pero cambiaron sutilmente el discurso, señalando a Ucrania como el obstáculo para la paz.
Su retórica exime a Rusia de toda responsabilidad y presenta a Ucrania como el agresor, buscando socavar el apoyo internacional a Kiev. El alineamiento de Orban con la propaganda rusa es un duro recordatorio de su papel como facilitador de la agenda de Putin.
Además, las políticas internas de Orban reflejan las tendencias autocráticas de su homólogo ruso.
Bajo su liderazgo, las instituciones democráticas en Hungría colapsaron sistemáticamente, la libertad de prensa disminuyó y la independencia del poder judicial se debilitó.
Estas acciones provocaron la condena de la UE, que inició varios procedimientos de infracción contra Hungría por violar los valores fundamentales del bloque. Las tendencias autoritarias de Orban, combinadas con su afinidad con el régimen de Putin, han ensombrecido su supuesta misión de paz.
A la luz de estos aspectos, la UE debe adoptar una postura firme contra las maquinaciones de Orban. La Comisión Europea, con su nueva dirección, debe condenar sin rodeos las acciones de Orban y aplicar medidas concretas para limitar su influencia.
Esto debería incluir el fortalecimiento del mecanismo del Estado de derecho para retener los fondos de la UE a Hungría hasta que demuestre un compromiso real con los principios democráticos y se aleje de los intereses del Kremlin. La UE también debe investigar las sanciones específicas contra las autoridades húngaras implicadas en socavar la unidad y los valores del bloque.
Además, la UE debería reforzar su apoyo a Ucrania incrementando la ayuda diplomática, económica y militar. Esto no sólo repele la agresión rusa, sino que también envía un mensaje claro de que la UE está firmemente al lado de Kiev. Al fortalecer la resiliencia de Ucrania, la UE puede mitigar las consecuencias de la diplomacia subversiva de Orban y fortalecer su compromiso con el respeto del derecho internacional y los derechos humanos.
La UE también debe reforzar su coherencia interna frente a las tácticas disruptivas de Orban. Para ello es necesario aumentar la solidaridad entre los Estados miembros, reforzar la inteligencia y coordinar las comunicaciones estratégicas para contrarrestar la desinformación rusa. Al presentar un frente unido, la UE puede resistir los intentos de explotar las divisiones internas y adoptar una postura firme frente a las amenazas externas.
El intento de Orban de mediar en el conflicto entre Rusia y Ucrania es un intento apenas disimulado de favorecer los intereses de Putin a expensas de la unidad europea. Sus profundos vínculos con el Kremlin y el régimen autocrático lo convierten en un mediador poco fiable y comprometido.
La UE debe reconocer las acciones de Orban como lo que son: una estrategia para desestabilizar el bloque y promover la agenda de Moscú. Al tomar medidas decisivas contra las acciones antieuropeas de Orban, la UE puede proteger su integridad, defender sus valores y contribuir significativamente al logro de una paz justa y duradera en Ucrania.
Hay mucho en juego y la UE no puede permitirse la complacencia. Las acciones de Orban no sólo violan los principios europeos, sino que constituyen una amenaza directa a la seguridad y la estabilidad de la región.
La nueva Comisión Europea debe estar a la altura del desafío y mostrar determinación y liderazgo frente a la duplicidad de Orban. Solo con un compromiso inquebrantable con los valores democráticos y una acción conjunta podrá la UE sobrevivir a este período turbulento y volverse más fuerte, más unida y mejor preparada para enfrentar los desafíos que se avecinan.
Las opiniones expresadas en este artículo de opinión son las del autor y no necesariamente las de Kyiv Post.
El Dr. Orhan Dragaš es un experto serbio en seguridad y relaciones internacionales. Es el fundador y director del Instituto de Seguridad Internacional, con sede en Belgrado; autor de numerosos artículos de expertos, columnas de periódicos y de los libros «La comunidad moderna de inteligencia y seguridad, ¿utopía o realidad?» y «Las dos caras de la globalización: verdad y engaños».
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